domingo, 26 de octubre de 2008

EL DELFÍN CALDERÓN COMÚN como indicador de contaminación

Dadas las condiciones climáticas y geográficas de islas como las Feroe o las Shetland, la población local durante generaciones recurrió a lo que la naturaleza tenía a bien ofrecerle para subsistir... y los delfines calderones comunes forman parte de la ofrenda natural que, además, está estrictamente regulada por las leyes locales.

Sin embargo, recientes investigaciones han demostrado que, a causa de diversos procesos contaminantes, la carne de las ballenas piloto (calderón común) presenta un considerable contenido en mercurio y organoclorados como los COPs (Contaminantes Orgánicos Persistentes) y PCBs que puede dañar seriamente el desarrollo neuronal de los niños que la consumen. Se trata, en definitiva, de otro indicador de la mala salud que viene mostrando en los últimos tiempos nuestro planeta.

Ahora, la pregunta del millón… ¿Cómo se contaminaron los delfines?

La mayoría de los COPs no proceden de la naturaleza sino que son el resultado de actividades industriales que liberan grandes cantidades de estos contaminantes al medio ambiente. Debido a que recorren grandes distancias a través de los cauces de ríos, corrientes marinas y la atmósfera (que es por donde ingresa el 98% de los COPs a los ecosistemas marinos), éstos son responsables de un problema de contaminación global.

Los COPs se fijan y acumulan en los tejidos de los animales, sobre todo en los músculos y en las grasas, en las que son muy solubles. Además son muy resistentes a los procesos naturales de degradación.

La ignorancia de la humanidad está poniendo los cetáceos calderón de la Isla Feroe en peligro. Creímos que tanto los cetáceos eran infinitos y que los océanos debían disolver, absorber, purificar y volver inocuo todo lo que la humanidad produce… Y de la peor manera estamos descubriendo nuestro error.

Los problemas alarmantes que enfrentan muchas poblaciones de ballenas delfines y marsopas reflejan la gravedad de la crisis que enfrentan los océanos. No sólo las especies y poblaciones tales como la ballena franca en el Atlántico Norte, la Vaquita o la ballena gris en el Pacífico Occidental se enfrenta a una posible extinción en este siglo, sino tambien a las poblaciones de peces, (actualmente, más del 70 por ciento de las poblaciones mundiales de peces están o cerca de la sobreexplotación, sobreexplotados o en recuperación). Algunas poblaciones de peces que se suponían inagotables como el bacalao de Terranova, casi han desaparecido y no muestran signos de recuperación. Por todo el mundo, los ecosistemas marinos se están degradando y en algunos casos han sufrido grandes cambios que afectan a su funcionamiento.

Aparte del hombre, los cetáceos calderón son la única especie que aún migra libremente por los océanos de este planeta y ocupan un lugar importante en la estructura y el funcionamiento de los mares y océanos. Gran parte de estos animales son el último eslabón de las complejas cadenas alimenticias y en consecuencia pueden servir como indicadores de la salud de todo un ecosistema.

El espacio vital de las ballenas, al contrario del de los animales terrestres, no está delineado por límites nacionales claramente definidos. Sus territorios pertenecen en buena medida a la globalidad de las naciones: son los mares del mundo que no pertenecen a ninguna nación en particular, constituyendo un recurso especialmente global.

Así, las ballenas se encuentran bajo el control internacional, y dado que legalmente no son un recurso de ningún país, ninguna nación puede reclamar el derecho moral de matarlas.

No hay comentarios: